domingo, 13 de marzo de 2011

Hipsters, Pocky, lipgloss y árboles.

Ugh! Odio cuando me da la wea y abandono mi blog por meses. Sí... sé que estaba de vacaciones, pero la idea mía era escribir justo cuando volviera a casa, y por ponerme a jugar Phoenix Wright (Sí, el abogado pelopincho) he descuidado este pequeño espacio que no quiero dejar morir.
Les advierto que este texto será ridículamente largo... pero los que me quieren (?) lo leerán igual.

Como sabrán, fui de vacaciones a Concepción hace un tiempo, como todos los años. Fue un verano bastante excepcional en muchos sentidos... gente que conocí, gente que desconocí, gente que conocí mucho más que antes, gente que aprendí a querer en poco tiempo.
La historia empieza así, como es usual: Dominique a.k.a Miki despertando una mañana después de un sueño inquieto. [No, no me vi a mí misma convertida en un horrible insecto] Me di cuenta de que era 9 de Enero y que ese día volábamos a Concepción.
Creció una incertidumbre en mi mente. No había visto Concepción ni Talcahuano después del terremoto del 27 el año pasado. ¿Me encontraría con todos los lugares de mi infancia en el suelo o acaso intactos?
La respuesta se me presentó después de una corta estadía en el aeropuerto de Santiago, un café Starbucks y un especial de Stone Temple Pilots en la radio del avión.
Al llegar al aeropuerto de Concepción, bajarme del avión, recoger mis maletas y saludar cariñosamente a mis familiares, empecé a mirar el paisaje mientras volvía a casa.

Todo se veía igual.

Mi casa estaba exactamente igual, a excepción del enorme pino de enfrente que había crecido varios metros. Cuando yo era pequeña, ese pino apenas alcanzaba a doblar mi estatura de entonces, pero ahora, era más grande que la casa misma. Este simple hecho me hizo reflexionar sobre todo el tiempo que había pasado; era increíble.
Tomé once con mi familia. Me contaron que la casa se salvó del tsunami por muy poco, porque una población más cercana "obstaculizó" el agua. Salvados por los pelos.

Fui a saludar a mis amigas de la infancia después de once. Fui a la casa de mi amiga Aiko, pero no me abrió la puerta; seguro no estaba. Caminé tres casas más y llegué a la casa de mi amiga Chandy. Toqué el timbre, tímidamente. Y sí, ella me abrió. ¡Chandy! Nos abrazamos muy fuerte y nos pusimos a conversar en ese mismo momento... es bonito reencontrarse con amigos, ¿no?
Esa noche, fuimos a la casa de otra de nuestras amigas, Oma, donde nos encontramos con la Aiko (creo que estaba con su papá) y tuvimos una de esas juntas ociooooooosas donde hablamos sobre cosas random. A esas juntas seguirían muchas más, cada una diferente de la otra, en las que siempre nos cagábamos de risa sin excepción; éramos felices.

Recuerdo que al día siguiente, sin tener nada importante que hacer, fui a ver a la Chandy y salimos a caminar; encontramos un lugar en la avenida cerca de nuestra casa donde había pasto y muchísimos árboles altos que daban una agradable sombra.
Fue entonces cuando nos sentamos a conversar.

Creo que en esa misma tarde llegué a conocer más a la Chandy de lo que la conocí en todos los demás veranos. Nos contamos todo lo que no sabíamos la una de la otra. Problemas, actitudes, sucesos, alegrías. Esa tarde fue muy especial para mí, y espero que para ella también. Creo que la atmósfera que se creó fue muy bonita y nuestra confianza creció exponencialmente. Eso me ha ocurrido con un número ínfimo de personas... ella es única y la quiero mucho.

A lo largo del verano volvimos a ese lugar muchísimas veces, a acostarnos en el pasto y hablar de la vida, escuchar música, meditar o simplemente reírnos por huevadas. Sin embargo, al día siguiente no fuimos allí, porque era lo que llamamos el "Día del Apoyo Moral", que consistía básicamente en ayudar a la Oma a ordenar su pieza porque dentro de poco tiempo, iría a visitarla su pololo, residente en Quillota: Kabuto.
[Sí, sé lo que piensan. Yo lo primero que hice cuando lo conocí fue preguntarle "¿Cuántos niveles te faltan para evolucionar?" y cosas así]

La Oma es una adolescente muy graciosa de azules cabellos y vestidos lolitas cuyo sentido del orden es absolutamente NULO, por lo cual al entrar a su habitación, la Chandy, la Aiko y yo prácticamente nos perdíamos entre cosas. Por eso el shock fue masivo al entrar a la habitación de Oma y percatarnos de que esta vez VEÍAMOS el piso. La visión de la Oma aspirando, barriendo y lustrando era casi legendaria, digna de tomar una foto. Oh esperen... sí la hay, pero sólo se ve su trasero.
La casa de la Oma generalmente era el punto de encuentro de nuestras juntas estúpidas. Ese día, además de juntarnos estúpidamente, la ayudamos a ordenar y a calmarse porque estaba bastante nerviosa.
Después de un corto período de tiempo que realmente no recuerdo, conocimos a Kabuto: Un tipo alto de lentes y chaqueta de Hellsing (puta que era hermosa), simpático e inteligente, que demostró su rulz-idad al demostrar que la Chandy era ególatra con una simple prueba que involucraba un espejito de mano:
- ¿Qué ves en el espejo? - le dijo, poniéndoselo en frente
- Ehm... ¡a mí! - dijo la Chandy.
- Ególatra - dijo, devolviéndole el espejo -. En el espejo veías los árboles del fondo, las flores, el pasto, el cielo, y lo primero que dijiste es "a mí".
Una noche indefinida en mi calendario mental, salimos Kabuto, la Aiko, la Oma y yo (la Chandy, por razones desconocidas, no pudo salir), y nos encontramos con otro peculiar personaje de mi barrio, a quien me gusta llamar "Maldito Hipster" o bien por su mismísimo nombre: Felipe. El Felipe, como dije antes, es un maldito hipster, pero es demasiado buena onda; entiende un poco de todo (en realidad, bastante de todo), es inteligente, algo sórdido y piensa ser psicólogo. Lo conocía desde el año pasado, pero esta vez noté algo que no había la última vez que lo vi: Una... Felipa? En realidad no se parecía a él físicamente (excepto la nariz), pero en personalidad eran igual de tumbleros e indies. La niña se llamaba Gaby, era bajita y actuaba de manera moé; una niña bastante carismática si me dejan acotarlo. Caminamos hasta las 23:30 hablando sobre idioteces, entre las cuales le lancé un caramelo raro (en realidad era de piña) a Kabuto a ver si subía un nivel.
Al día siguiente (creo), conocí a otro peculiar personaje del cual Chandy me había hablado bastante. Su nombre era Franco y tenía 17 años. La Chandy me pidió que fuera con ella a buscarlo al paradero. El chico en cuestión apareció pocos metros antes de que llegáramos al paradero, caminando tranquilamente. Tenía una cadena en sus pantalones negros y un curioso peinado de pelo clarito. Parecía un cobayito.... un cobayo muy simpático.
Recuerdo que una de las primeras cosas que me dijo el Franco cuando nos conocimos fue "¡SABES DEMASIADO! ¡AAAAH!". Es, realmente, un tipo demasiado buena onda - nos llevamos bien de inmediato. Luego de hablar sobre nuestras vidas ocurrió una divertida anécdota que involucra "un mojón congelado", una mina flaite y una voz de pito gritando "¡OE RICARDO!"
Nos seguimos viendo con el Franco muchas veces a lo largo del verano, en especial cuando yo iba a Conce con mis amigas. Es una gran persona y aprendí a quererlo en muy poco tiempo, les aseguro que es el qlo más simpático de la galaxia. Lo extraño un montón.
Las primeras veces que fui a Conce con la Aiko y la Chandy (y a veces la Oma y Kabuto), intentaba fijarme para ver si estaba todo muy deteriorado. La verdad es que los edificios y demás no se veían muy mal, salvo algunas obvias excepciones que SÍ estaban en pésimo estado y a punto de caerse. En el centro de Concepción me divertía mucho comiendo cantidades industriales de Pocky (¡8 cajas! Sé que en la foto salen 7, pero me faltaba la de frutilla), recorriendo las calles y áreas verdes, jugando King of Fighters en los juegos arcade de Gioco (la Chandy siempre me ganaba, pero me pitié a la Aiko), mirando cosas en el Pueblito, cruzando la calle por las partes sin pasos de cebra y riéndome de la gente rara en la plaza. Un par de veces fuimos a la casa del Franco; en ella había miles de gatos y gatitos, y un conejo blanco, grande y gordo de sexo indefinido (El Franco dice que es una coneja, pero una vez nos dijo "¿Vamos a ver al Señor Conejo?" así que aquello quedó en duda por el resto de la eternidad).

Una de las cosas que hicimos antes que Kabuto se fuera, fue ir entre todos - Aiko, Chandy, Oma, Franco, yo y el antes mencionado - en una épica odisea hacia el Parque Jorge Alessandri, que está... bastante lejos de Concepción; queda más cerca de Coronel y es más o menos media hora de viaje desde Conce (obviamente si vas en micro interurbana es más). La cosa es que después de ir a comprar cositas para comer, nos encontramos con esto:


(Para quien no cache, es un taco gigantesco. Nótese la asquerosa basura botada; algo que no vi en casi ningún momento en mis vacaciones)

El susodicho taco se extendía por KILÓMETROS (not kidding), entonces la micro en la que íbamos decidió tomar una resolución. Se metió por un camino de tierra más que asesino, en el que avanzábamos a una velocidad satánica mientras el éxodo de autos no se movía un milímetro. Al final del camino escondido de tierra encontramos la causa del taco: Una micro cuáticamente quemada. Y cuando digo que estaba cuáticamente quemada, me refiero a que sólo quedaba la carrocería; todo lo demás (asientos, ruedas, vidrios, cuerina, TODO) había desaparecido por completo. Cuando llegamos al parque pasamos la tarde comiendo cochinadas, mirando a los ciervos, y (con la Aiko) metiéndonos por senderos que estaban prohibidos para el público.
Luego volví a casa con la Aiko en la micro (los demás se iban más tarde), y hablamos de muchas cosas; es una de esas conversas especiales que suelo tener con ella cuando estamos juntas. Quiero muchísimo a la Aiko y creo que es la amiga más antigua que tengo; cuando éramos pequeñas jugábamos juntas a las muñecas, y ahora hablamos sobre estudios, amor y desamor.
Una de las mejores tardes en mis vacaciones.

Igual, no todo fue felicidad en mis vacaciones de verano en Concepción. Recuerdo un par de hechos que me desagradaron bastante. Estoy segura de que las personas involucradas no leerán esto (o no llegarán a esta parte).
Ocurre que mi prima Tamara (a quien quiero mucho, pero es mi polo TOTALMENTE opuesto) iba en mi mismo curso cuando me fui de Concepción. Yo era muy cercana a mi curso cuando me fui, y la sufrí bastante. Les envié un par de cartas, que no sé si recibieron. Fui a verlos una vez, el 2007, en vacaciones de invierno. Fue bonito.
La Tamara, consideradamente, me invitó a ir a Hualqui a bañarnos con algunos amigos suyos del curso. Yo conocía a un porcentaje de estos tipos y, feliz porque iba a verlos de nuevo, accedí de inmediato, creyendo que hablaríamos horas y horas sobre nuestras vidas.
Ocurre que cuando estábamos todos en la estación de tren, me percaté de algo. Conocía a unos 3de los 8 o algo así que estaban allí. Estos 3 eran antiguos compañeros míos, pero nuestro diálogo no fue más allá de "Hola, tanto tiempo". Y por más que intenté integrarme al grupo, sinceramente no lo logré. Había pasado demasiado tiempo. Yo era ahora demasiado ñoña para ellos.
Pasé un buen porcentaje de la tarde hablando poco. A ratos me ponía a escuchar música en vista de no tener algo mejor que hacer. Hasta que llegó la Tamara a tirarme agua con una pistolita; agua que empapó completamente mi MP4. Su excusa cuando me quejé fue algo como:
- ¿Y quién carajo escucha música en un momento así?
Ardió Troya en mi cabeza.
Me tiré al pasto, contrariada, medio a la sombra de un árbol. No me movía. Intenté dormir, pero hacía demasiado calor. Entre los momentos que mi MP4 funcionaba y los otros donde no respondía, escuché algunas veces "Take me Somewhere Nice" de Mogwai. Y con esa canción me acordaba de Mike. Y de mis amigos. De repente estar allí me parecía mal. Quería volver a casa y hablar con la Aiko. O la Chandy. Y al cabo de un larguísimo rato, me levanté y me di cuenta de lo quemada que estaba. Al volver a casa quise ir a verlas, pero no estaban.
...En fin, no me arrepiento del todo de haber ido. Viajé en tren (amo los trenes), y comí unos cuchuflíes deliciosos a muy bajo precio. Pero lo que pasó unos días después me superó.

Ocurrió que caminando con la Chandy por Conce me encontré con otro ex-compañero y amigo de la Tamara a quien no había visto antes, un tipo de múltiples apodos: primero fue Maxi, después Mapsi, después Marsi, después Sarsi, y después creo que fue Teti, hasta que fue Maxi de nuevo. Hallábame yo caminando en frente de una galería cuando siento una voz diciendo "¡DOMINIQUE!" y al voltearme lo veo. Estaba cambiadísimo. ¿Cómo carajos me reconoció entre tanta gente?
- ¿Cómo estai loca?
- Ooh, yo bien... wn, ¡estás muy cambiado! Ah, te presento a la Chandy, mi amiga de la infancia...
- ¿De Francia?
- ¡DE LA INFANCIA, SORDO!
Tuvimos una corta conversación que disfruté bastante y que fue amenísima. Me preguntó si sabía que en la casa de la Tamara (donde yo vivo durante el verano) iba a haber una tomatera al día siguiente. Yo le dije que no, pero que tal vez estaría.
- Ok, nos vemos allá entonces - dijo.
Estuve discrepando sobre si estar allí o no. ¿Tomatera? ¿Con alcohol y los amigos de la Tamara, con los que NO conecté bien la última vez? ¿Y sabiendo que no me gusta el alcohol?
I take it.
Fue una de las noches más psicológicamente pencas. Al llegar los invitados (entre los cuales estaba el Maxi y otro ex-compañero a quien tampoco había visto), noté que se repetía la situación. No hay tema entre mí y los demás. Vimos Jackass. Tiré un par de comentarios al aire que nadie escuchó. Luego bebieron. Bebieron pisco, ron, chela, mango. Mi prima me ofreció un vaso de mango sour, con harto hielo. "No tomo casi nada" dijo. "Pero te ofrezco igual." Me lo tomé. La única razón por la que siento que ese vaso de mango valió la pena fue para saber exactamente a qué sabía. Nada especial. ¿Tomar socialmente? Nah... no funcionó en esta situación para mí.
- ¿No vas a tomar más? - me decían de repente los cabros y cabras, aleatoriamente.
- Nah - contestaba yo. - No suelo tomar nada.
Me fui al computador a hablar con Mike. Tuve un momento de cuestionamiento y contrariedad entre conversa y conversa. ¿Es bueno o malo que esté aquí? ¿No pertenezco, no? Pero se supone que debo aprender a socializar, ¿no? "Socializa, Miki, socializa... conoces a estos tipos" me decía mi subconsciente. Pero, ¿de veras los conocía? ¿Por qué había siquiera intentado beber socialmente con gente con la que ni siquiera tenía tema?
En ese momento, el Maxi apareció por la ventana y empezó a meterme conversa.
- ¿Cómo estás, Miki? Weón, que bueno que estés acá, tanto tiempo sin verte...-
"Nice, alguien me pesca" pensé. Me volví a mirarlo.
Estaba borracho.
Enough shit for me. Me voy a la cama.
Al anunciar que me voy a acostar, se escuchan algunas voces etílicas diciendo "¡Nooo, no te vayas! Quédate un poco más" pero no los pesco. Me despido de las únicas dos personas sobrias, la Tamara y uno de sus amigos, el Nico, que estaba cocinando algo. A él no lo conocía... en todo caso era bastante buena onda, y creo que fue el único con el que hablé un poco en esas dos veces.

Subí a mi cama y mientras los escuchaba gritando abajo, me puse a escuchar Socker de Kent para apagar los ruidos. Pensé en los viejos tiempos, cuando hablaba con todos los hombres de mi ex-curso sobre el capítulo de ayer de Fullmetal Alchemist y con las niñas sobre los programas de TV que no me gustaban. Y pensé en lo patética que me sentía ahora. Y lo patéticos que eran todos allá abajo. Entre el asco hacia mí misma, la confusión y la tristeza, me dormí. Pero recuerdo que un poco antes de dormirme tuve una idea más o menos parecida a esto: "Ando puro hueando, estoy a unos metros de las casas de las 3 mejores amigas que se han cruzado en mi vida, a unos pasos del computador donde hablo con mi mejor amigo, y a kilómetros de distancia, hay gente que me quiere, y alguien a quien amo profundamente."

Hablando de ese alguien, hubo unos días en los que, en medio de sus propias vacaciones, pasó por Concepción y esto revolucionó mi configuración mental y la de mis amigas. El Segundo Día del Apoyo Moral había llegado. Recuerdo que ese día, nos juntamos con la Chandy en la casa de la Oma, y entre las 3 vimos videos estúpidos toda la tarde y nos cagamos de risa histéricamente observando caídas sublimes y modelos idiotas diciendo cosas que harían revolcarse a Confucio en su tumba. Luego llegó la Aiko y pedimos una pizza gigante que duró una cantidad absurdamente pequeña de tiempo, y entre risas, gritos y vasos de bebida, disfrutamos de una tarde y noche en la que más que amigas, nos sentíamos como hermanas.
El 7 de Enero, si no mal recuerdo, fue el día D.
Oma, Aiko, Miki y Chandy van camino a Concepción a eso de las 4:20 PM. Se compran bebida. Caminan por ahí. Pasan 5 minutos. 10 minutos. Una hora. Nada. El teléfono de Miki suena. Era mi mamá... dang it.
El sistema nervioso de Miki empieza a colapsar mientras Aiko y Oma tratan de tranquilizarla. Hablan de que la Chandy y el Franco tienen cualquier onda.
El teléfono de Miki suena.
- ¿Dónde estás?
- Veo una fuente... tiene cuatro sirenas...
- ¡ESTÁS BIEN! ¡SUPER BIEN! NO TE MUEVAS...
Lo vi y corrí. Y él me vio, y también corrió, pero en sentido contrario. ¡Escapa de mí, desgraciado!

Los tres días siguientes fueron algunos de los mejores de mi vida. Pasaron tantas cosas... una batalla de Dance Dance Revolution de Mike vs. Franco en Giocos, donde el primero perdió trágicamente su MP4; una sesión de fotos algo perturbadoras en la U de Conce (Mike, Aiko, srsly, ¿QUE CHUCHA SUS CARAS?), un almuerzo en el Marbella donde comimos barros lucos, violaciones mentales en la U de Conce otra vez, violaciones YAOI en el pasto del mall, y un montón de cosas más.
A pesar de que en el 3er día sufrí de una especie de bi-polaridad espontánea con la que arruiné parte de la reunión, fue casi un sueño tener a la gente que más quiero toda junta. Obviamente siempre faltarán algunos... pero todo marchó excelente.



Sé que si hago una entrada demasiado larga nadie la va a leer, pero me queda muchísimo por escribir aún. Lo dejo hasta aquí. Les haría un adelanto de lo que leerán en la segunda entrada pero siento que si lo hago, nadie va a leerla después tampoco, así que... nah.

Saludos a mi Aikito, mi Chandelle, mi Cobayín, Omita, Kabu, Mi-kun, la tipa flaite que nos gritó en la calle y la abuela de la Aiko que me invitó a tomar once.

~Miki

Random Quote:

" - Los faros son un símbolo fálico, ¿sabías? Igual que los plátanos y algunas tantas otras cosas...
- Estás diciendo que si me gustan los faros, ¿soy indirectamente ninfómana?
- Indirectamente, pero sí"

~ Conversación entre Kabuto y yo sobre faros y... otras cosas.